"La gente debería tener conciencia del impacto de lo que hace en las redes sociales” , advierte. Y sabe porque lo dice. Uno de sus clientes debía elegir entre cinco modelos para hacer una campaña publicitaria. Terminaron tomando a la que tenía mejor “reputación online”.
En todo el mundo, más de mil millones de personas navegan por Internet, el 96 por ciento de ellas usa al menos una red social. Sólo Facebook tiene cerca de 900 millones de usuarios. Los argentinos somos los más fanáticos en toda América, con más de 10 horas por mes de uso.
“Es un escenario de negocios completamente nuevo”, explica Daniel Dron, director de Social Media Institute, que desde hace dos años se dedica a capacitar a profesionales que quieren exprimir toda la información que genera semejante masa de personas navegando en Internet.
El mundo de la publicidad online creció tanto que en sólo cuatro años, en Argentina, aparecieron más de veinte empresas que se dedican a procesar el comportamiento de los cibernautas.
Nadie parece quedar a salvo de esa lupa. “Todos somos conejitos de indias”, dice Federico González, psicólogo y especialista en opinión pública.
Es que no hace falta tener una cuenta en una red para que el Gran Hermano sepa de nosotros, de nuestros gustos y problemas. Google, el buscador que utiliza el 90 por ciento, rastrea palabras claves en todos los correos que pasan por él, ya sea de sus usuarios Gmail, o de los personas que les envían a ellos correos. Y protestar no vale. La advertencia figura entre las condiciones que uno debe aceptar cuando abre una cuenta. Lo mismo ocurre con Facebook.
Las coincidencias en Internet no son casuales. Si dos amigas cruzan mails preocupadas por la mejor marca de pañales, no será extraño que de inmediato al costado de la pantalla aparezcan ofertas de artículos para bebés.
Enrique Millán, de Procurar (Protección a los Consumidores y Usuarios), se queja: “La gente no se pregunta por qué le están ofreciendo una tarjeta de crédito. Si se le están ofreciendo es porque antes lo investigaron”.
¿A dónde va a parar toda la información personal que uno genera en Internet? Nadie lo sabe con certeza. “La reputación online no se puede borrar”, sostiene un especialista en cibercrimen que trabaja en investigaciones policiales. Y confirma lo que las empresas niegan: que no existe diferencia entre la información pública y la privada. En la red, todo puede ser espiado. La información, se vende. Y cotiza alto.