Al emprender un proyecto de implementación de sistemas ERP (Enterprise Resource Planning) ó CRM (Customer Relatioship Management), se da un esfuerzo por elegir el producto más flexible y modificable, para que se adapte a los procesos y procedimientos de la organización, cuando en realidad la clave del éxito de la implementación descansa en un serio compromiso en la simplificación e integración de los procesos, más allá de la natural resistencia al cambio.
Si en una empresa todos trabajarían para “hacer las cosas simples”, cualquier software de cierto nivel podría ayudar en mejorar tiempos de ejecución y evitar re-procesos.
¿Acaso todo proveedor no dice que su ERP está basado en las “mejores prácticas”? ¿Por qué, entonces, seguir buscando la sofisticación?
Tal vez, porqué todavía no se llegó a erradicar las malas prácticas en la organización, los procedimientos no son confiables, no se puede medir su ejecución y sus desviaciones, etc. Sin embargo, una re-ingeniería, conlleva un sofisticado trabajo de medición y análisis, rediseño, identificación de variables y puntos de control, e implementación.
Tal vez la sofisticación solo se justifique si a través de ella se llega a la simplicidad, llegar al grado de sofisticación necesario para entender hasta su profundidad la naturaleza y los aspectos positivos y negativos de un proceso, la forma para mejorarlo, los métodos para medirlo y asegurarse que siga dando los resultados esperados.
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Por Luca Piccaluga